Mujeres desbordadas capítulo 10

El encargo

Ambos perros pararon su carrera como si les pusiesen un freno y movían sus diminutas las orejas escuchando a su dueña como les llamaba.
-Hilton, Paris…vamos, venid aquí-repitió de nuevo Linda.
Era gracioso ver como se alejaban corriendo con sus cortas patitas casi a velocidad de crucero en dirección hacia donde les estaban llamando, parecían dos bolas de pelo rodando sobre el césped.
A medida que Mabel se iba acercando a la casa iba viendo con mayor nitidez las figuras que allí estaban, Renata llevaba el pelo recogido en un moño alto, vestía un escandaloso vestido rojo a juego con su barra de labios, además llevaba esas gafas de sol de Prada que tanto le gustaban, las que se había comprado el verano pasado en el viaje que hicieron juntas a Roma.
A su lado la silueta de la mujer morena se incorporaba a modo de bienvenida. Se iba acercado hacia a ellas y a media que iba dando pasos iba viendo con mayor claridad a Linda y realmente tenía que decir que las fotografías de las revistas eran justas con ella. Linda era una alta y esbelta mulata con una piel de porcelana y su atrevido cabello afro le daba ese toque que hacía que fuese una mujer realmente atractiva.
-Mabel querida, que ganas tenía de conocerte.-le dice a la vez que le estruja con un fuertísimo abrazo. -me encanta tu look deportivo, sabes? Tengo un chándal exactito a este todavía sin estrenar, me fascina Chanel.
«Bueno al menos tenemos el mismo gusto y parece simpática» pensaba Linda -oh gracias Linda, puedo llamarte Linda verdad? Renata me habló mucho de ti y de los cambios que querías hacerle a la casa.
-si, hay que darle un par de toquecitos para que tenga un estilo más.. como lo diría… hogareño! los antiguos dueños eran rusos y ya sabes el estilo ostentoso que los rusos ponen en sus casas, pero que te voy a contar a ti, si fueron tus vecinos.
-si, la casa es preciosa, tiene muchísima luz, yo también creo que las cortinas de terciopelo son cuanto menos exageradas jaja. -Todas rieron a la vez como dando por entendido que estaban de acuerdo.
-pero siéntate querida, que te apetece tomar, un café, tea?-a la vez que decía esto hizo sonar una pequeña  campanilla que tenía sobre la mesa y enseguida a pareció apurada una mujer ya mayor con uniforme negro y mandil blanco. «Madre mía pensada Mabel «pensé que estos uniformes no se fabricaban» tuvo que hacer un gran esfuerzo para no reírse.
-dígame señora- dice la mujer
-traigale algo de tomar a la invitada.-Linda miró hacia Mabel para que ella hablase
-un café estaría bien, con leche, gracias.
-a la orden, enseguida regreso- se despidió con un pequeño gesto de cabeza y se fué con paso apresurado.
– pues sí querida, que ganas tenía de conocerte!  el otro día ya conocí a tu marido Sebastian, ya te contó jaja jaja lo que me pasó claro-dice Linda con un tono amigable.
-que bueno! estos días estuvimos con bastante lío y apenas hablamos , ya sabes trabajo, niños…
-de verdad que fué una situación tremendamente graciosa esa mañana que nos conocimos en mi tienda de Londres. Hace ya una semana, para hacerme el encargo, yo normalmente no atiendo a los clientes directamente pero claro, quien le dice que no a Leopoldo… empieza explicando Linda.

Leopoldo es el dueño del hotel donde Sebastian trabajaba como director general. Desde siempre a Leopoldo le gustan las cosas bien hechas y cada cierto tiempo visita sus distintos hoteles por todo el mundo, es un hombre súper influyente y super rico. Hacía años que Sebastian trabaja en sus hoteles y de ahí surgió una gran amistad.
Renata miró rápidamente a Linda y notó que algo no iba bien  » Sebastian en Londres? haciendo un encargo de qué?»
Linda recomponiéndose del escalofrío  que le acaba de recorrer la espalda por completo le pregunta en tono casi natural- Sebas es una caja de sorpresas, supongo que estaría buscando mi regalo de aniversario en dos semanas lo estaremos celebrando.-se agarró las manos entre cruzando los dedos y jugueteaba con los pulgares.
-su café señora- la criada había llegado en el momento justo. Haber si al menos no se notó la cara de estúpida que se le había quedado.
«Ostras! ahora sí que está pasando algo, Sebas y Mabel celebraron su aniversario el mes pasado » -pensó rápidamente Renata, se acordaba perfectamente porque Sebas le había regalado a Linda un bolso de Loewe divino, pero ella tuvo que cambiarlo porque ya lo tenía igual, habían ido juntas a Santo Domingo a descambiarlo a la tienda por un modelo nuevo de la temporada de verano, que eligió por catálogo, ya que ni siquiera habían llegado los artículos de verano a la tienda.
Justo al terminar el café el teléfono de Linda sonó y atendió la llamada, se disculpó diciendo que  tenía una cita que había olvidado por completo, se despidió y se fué cruzando el jardín hacia su casa.

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